Esquizofrenia y adicción

Las personas que consumen drogas presentan a veces síntomas muy parecidos a los síntomas de la esquizofrenia y, en algunos casos, el abuso de sustancias crea el marco idóneo para la aparición del trastorno. Al mismo tiempo, muchas poblaciones psiquiátricas tienen tasas elevadas de juego patológico (o ludopatía), como las que presentan trastornos del estado de ánimo o por consumo de sustancias. Este informe investiga la relación entre la esquizofrenia y los comportamientos adictivos como el consumo de alcohol o las drogas y la ludopatía.


La esquizofrenia y los trastornos de la personalidad suelen solaparse con la adicción a las drogas o al alcohol1. Las drogas, el alcohol y los comportamientos adictivos, como la ludopatía, a menudo se utilizan como mecanismos de afrontamiento disfuncionales para ayudar a la persona a vivir mejor con los síntomas de la enfermedad2.

Cuanto mayor sea el consumo de sustancias para afrontar los síntomas, mayor será el riesgo de desarrollar una adicción2. Los estudios muestran que aproximadamente la mitad de las personas que sufren enfermedades mentales también tienen problemas con el abuso de sustancias o desarrollan una adicción a las drogas o al alcohol en etapas posteriores de su vida3. Se ha notificado que más de 8 millones de adultos (el 3,4 % de todos los adultos) con una enfermedad mental abusa de las drogas o el alcohol, mientras que 2,6 millones de adultos presentaron una enfermedad mental grave y un trastorno por consumo de sustancias de manera simultánea en el último año3.

Sin embargo, algunos datos indican que existe una relación causal entre el consumo de determinadas drogas y los síntomas esquizofrénicos4. Por ejemplo, la dietilamida del ácido lisérgico (LSD) y otras sustancias alucinógenas pueden desencadenar episodios activos del trastorno5, mientras que la marihuana puede provocar la aparición de esquizofrenia en algunas personas debido a su principio activo principal, el tetrahidrocannabinol (THC)6. El THC ejerce un potente efecto en el cerebro, de forma que interviene de manera decisiva en la capacidad humana de emitir opiniones y crear recuerdos o recuperarlos. Cuando una persona, con independencia de su salud mental, fuma o ingiere marihuana, experimenta desorganización y alteración de la función cerebral, y posteriormente desarrolla versiones temporales de diversos síntomas asociados habitualmente a la esquizofrenia 6. Con el tiempo, los efectos neurológicos de la droga pueden aumentar las probabilidades de que se desarrolle el propio trastorno, especialmente en personas con otros riesgos significativos de esquizofrenia7.

Además, el consumo de alcohol aumenta el riesgo de daños agudos o crónicos y puede inducir episodios psicóticos o empeorar un trastorno psiquiátrico8. El alcoholismo aumenta la probabilidad de padecer esquizofrenia más que el abuso de sustancias alucinógenas9. Al mismo tiempo, las personas con esquizofrenia que consumen alcohol o drogas ilegales están menos motivadas para cambiar los comportamientos relacionados con el consumo de sustancias, recaen más a menudo en el consumo de sustancias y tienen tasas más altas de abandono de los tratamientos10. Dada la importancia de los déficits de motivación, su relación con la esquizofrenia11, y el posible vínculo entre una baja motivación y el consumo continuado de sustancias10, la pérdida de motivación puede ser uno de los factores más críticos que influyen en una peor recuperación en las personas con la enfermedad que consumen alcohol y drogas ilegales14.

Además, se ha observado en varios estudios que es frecuente la existencia simultánea de trastornos psiquiátricos y trastornos del control de los impulsos, como la ludopatía12,14. La ludopatía se asocia a detenciones, encarcelamiento y otras variables sanitarias adversas en muestras comunitarias14. Debido a las numerosas situaciones vitales adversas, como los problemas económicos y familiares causados por el juego, cabe esperar que las personas con esquizofrenia comuniquen un riesgo elevado de recaída y hospitalización debido a su elevada vulnerabilidad al estrés14.

Hay que señalar que algunos informes han confirmado la existencia de ludopatía en el linaje familiar de los pacientes psiquiátricos15. Sin embargo, todavía no es posible determinar si es más probable que aparezca debido a factores genéticos, influencias ambientales o ambos16. Los datos epidemiológicos también indican que los ludópatas, que tienen más probabilidades de padecer esquizofrenia en etapas posteriores de su vida, tienden a ser varones, jóvenes y, posiblemente, de nivel socioeconómico bajo17,18.

Aunque se han investigado diversas terapias farmacológicas y conductuales en relación con el tratamiento de la ludopatía, los estudios tienden a excluir a los pacientes con trastornos psicóticos19. Los médicos deben detectar posibles problemas relacionados con el juego en los pacientes con esquizofrenia, sobre todo en los que están en recuperación o muestran un consumo abusivo de drogas o alcohol. Es muy necesario estudiar más a fondo los riesgos y los factores que pueden proteger de la ludopatía en los pacientes con trastornos psicóticos, pero al mismo tiempo también es necesario investigar tratamientos eficaces para estos pacientes.

Por último, se ha descrito una fuerte asociación entre el abuso de una amplia variedad de sustancias o del alcohol y un mayor riesgo de padecer esquizofrenia en etapas posteriores de la vida, aunque aún no se puede declarar que exista una relación causal. Como parte de la búsqueda continua de intervenciones que mejoren las consecuencias del consumo de sustancias en la esquizofrenia, una mayor atención a los déficits motivacionales, o la relación entre la motivación y el consumo de sustancias, puede facilitar iniciativas encaminadas a entender totalmente su relación y mejorar los resultados del tratamiento.

Referencias

  1. https://www.psychologytoday.com/us/conditions/co-occurring-disorders
  2. Batel. Eur Psychiatr. 2000; 15(2):115-122.
  3. https://www.samhsa.gov/data/sites/default/files/NSDUH-FFR1-2016/NSDUH-FFR1-2016.htm#summary
  4. Shah and Gonzalez-Maeso. ACS Chem Neurosci. 2019; 10(7):3068-3077.
  5. Muller and Borgwardt. Swiss Med Wkly. 2019; 149:w20124.
  6. Arendt et al. BJP 2005, 187:510-515.
  7. Mauri. Dual Diagn Open Acc 2016; 1:11.
  8. Vuorilehto et al. Psychol Med. 2009; 39:1697-1707.
  9. Nielsen et al. 2017; 47 (9):1668-1677
  10. Horsfall et al. Harv Rev Psychiatry. 2009; 17(1):24-34.
  11. Fervaha et al. JAMA Psychiatry. 2014 Sep; 71(9):1058-65
  12. Templer et al. Comprehensive Psychiatry. 1993;34(5):347–351.
  13. Grant et al. Am J Psychiatry. 2005 Nov;162(11):2184–2188. 
  14. Schrerer et al. Arch Gen Psychiatry. 2005;62:677–683.
  15. Raylu et al. Clin Psychol Rev. 2002;22:1009–1061.
  16. Borras and Huguelet. The American Journal on Addictions. 2007; 16:269-271.
  17. Shaffer et al. Can J Public Health. 2001; 92(3):168-72.
  18. National Research Council. Pathological Gambling: A Critical Review. Washington, DC: National Academy Press; 1999.
  19. Grant et al. Oxford University Press; 2007. pp. 561–578.
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