Delirios y paranoia: ¿Hay alguna diferencia?

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    «Paranoia» y «delirios» son términos que se utilizan en psiquiatría y que a menudo están interrelacionadas en las enfermedades de salud mental. Los pensamientos paranoides y los delirios pueden aparecer en diversas enfermedades psiquiátricas, como la esquizofrenia y la manía, pero también en la depresión, el abuso de sustancias o la demencia. La esquizofrenia suele asociarse a delirios y paranoia. De hecho, la forma más frecuente de esquizofrenia se denomina esquizofrenia paranoide¹, y los delirios son síntomas frecuentes de la esquizofrenia¹.
     
    En el lenguaje común, estos dos términos se utilizan a menudo como sinónimos. Muchos usuarios no tienen del todo claro cuáles son sus definiciones respectivas, pero ambos términos se utilizan a menudo, especialmente para expresar enfado por el comportamiento de la otra persona: «¡No haces más que delirar!» o «¡Te estás volviendo paranoico!» Pero ¿qué significan realmente estos dos términos? ¿Y cuál es la diferencia entre ellos?


    Delirios

    Los delirios pueden definirse como «creencias fijas que no son modificables a pesar de que las evidencias demuestran lo contrario²».  En otras palabras, una persona con delirios no está dispuesta a cambiar una creencia que tiene sobre algo, aunque haya evidencias de que su creencia es completamente incorrecta e infundada.  A continuación se presentan algunos ejemplos² de los diferentes tipos de delirios para que quede más claro:
     

    Delirios persecutorios (los más frecuentes), también conocidos como delirios paranoides

    Referencial (también frecuente)

    Somáticos

    De grandiosidad

    Erotomaníaco

    Nihilista



    Los delirios se consideran extravagantes «si son claramente inverosímiles y no comprensibles para los compañeros de la misma cultura y no proceden de experiencias de vida normales»2. Por ejemplo, una persona que cree que una fuerza externa le ha extirpado los órganos internos y los ha sustituido por los de otra persona sin dejar heridas ni cicatrices está teniendo un delirio extravagante.  Por otro lado, un ejemplo de delirio no extravagante es la creencia de que la persona está bajo vigilancia de la policía, a pesar de la falta de pruebas convincentes.  Los delirios suelen considerarse extravagantes si expresan una pérdida de control de la mente o el cuerpo.  Estos son algunos ejemplos2:

    Robo del pensamiento

    Creencia de que alguna fuerza externa «elimina» los propios pensamientos

    Inserción del pensamiento

    Creencia de que se han implantado pensamientos ajenos en la propia mente

    Delirios de control

    Creencia de alguna fuerza externa está manipulando el propio cuerpo o las acciones


    A veces resulta difícil diferenciar entre un delirio y una idea muy arraigada2. Esto puede depender de la firmeza con que se defienda la creencia, aunque haya pruebas muy claras/razonables que demuestren que no es cierta.




    Paranoia


    La paranoia puede definirse como «una desconfianza infundada o exagerada de los demás3». Los individuos paranoides sospechan constantemente de las intenciones de quienes los rodean y creen que ciertas personas, o la gente en general, «van a por ellos3». Los pensamientos paranoides no son infrecuentes y pueden afectar a todas las personas en un momento u otro de su vida. Piense, por ejemplo, que vuelve caminando a casa por la noche y un coche se acerca lentamente hacia usted, o que la gente susurra y se le queda mirando cuando pasa. En estos casos no es raro sentir miedo de que esas personas puedan ir a por usted, aunque no pase nada.
     
    La paranoia solo se vuelve problemática cuando alcanza dimensiones clínicas, es decir, delirantes. En tales casos, como se ha descrito anteriormente, la persona se vuelve inflexible y no acepta pruebas claras que son contrarias a su creencia fija. Entonces la paranoia se transforma en un delirio persecutorio/paranoide en el que alguien siente que otra persona o un grupo u organización va a por ella1. Otros delirios, como las creencias nihilistas, el robo del pensamiento, la inserción del pensamiento y los delirios de control, también pueden empeorar la paranoia y, por tanto, el delirio persecutorio. Además, las alucinaciones, que son «impresiones sensoriales (vista, tacto, oído, olfato o gusto) que no se basan en estímulos externos1», también pueden causar delirios paranoides.  La persona experimenta y cree/siente que las alucinaciones son reales y puede volverse temerosa/paranoide si cree que estas alucinaciones proceden de personas hostiles.




    CONCLUSIONES


    En resumen, los delirios y la paranoia pueden estar estrechamente relacionados entre sí. En pocas palabras, la paranoia es el miedo infundado o exagerado a los demás y puede volverse delirante si este miedo no se puede modificar ni siquiera a la luz de evidencias sólidas, en cuyo caso se convierte en un delirio paranoide. Por consiguiente, la paranoia (si es grave) puede considerarse un tipo de delirio, mientras que los delirios representan un grupo más grande. Pueden aparecer delirios sin signos de paranoia y al contrario.  Tanto los delirios como la paranoia pueden ser de distinta intensidad y, cuando son graves, pueden provocar enfermedades mentales debilitantes. 

    Referencias

    1. WHO. ICD-10 Version: 2019. (2019).
    2. DSM V. American Psychiatric Association: Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders: Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition. Arlington, VA: American Psychiatric Association, 2013. (2013).
    3. The Free Dictionary by Farlex. https://medical-dictionary.thefreedictionary.com/.
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